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La tendencia que pone en peligro los puestos en contaduría

  La tendencia que pone en peligro los puestos en contaduría

Por Alexander Ditzend

Hay muchos líderes que leen títulos así y van directo a una idea fija, un concepto similar a “automatización inteligente”. Piensan que las organizaciones en un futuro cercano van a necesitar a una fracción de las personas del área de contabilidad, finanzas, controlling y administración gracias a la implementación de sistemas inteligentes autónomos con la capacidad de analizar toda la información disponible y encima responder a eventos en tiempo real, tomando mejores decisiones que cualquier ser humano.

Los líderes de hoy tienen la obligación de conocer los avances en tecnología aplicada a la contabilidad si pretenden seguir creciendo profesionalmente. Entonces, se llenan de información en las redes, newsletters, blogs y todo tipo de contenido. El único problema es que esa idea fija contiene un error de predicción. Bastante grande de hecho.

El error es asumir que es posible presionar un botón y obtener soluciones a los increíblemente cambiantes, complejos, ambiguos y hasta contradictorios problemas que enfrentan las organizaciones hoy.

Las máquinas, o mejor dicho los algoritmos en los sistemas de automatización inteligente, odian la ambigüedad. No pueden vivir dentro de realidades en las que la emocionalidad humana tiene injerencia en los procesos.

No existe hoy un solo sistema de automatización 100% autónomo que pueda encargarse de todos los problemas reemplazando todo el valor agregado que daban los humanos desplazados. No porque falten incentivos, claramente, sino porque los intentos de desplegar estos sistemas no aportaron resultados útiles.

No sirve que un sistema que produce la declaración de impuestos de una empresa o la liquidación de sueldos haga las cosas bien el 80% de las veces, 19% de manera dudosa y 1% cometa errores catastróficos. Estos números son los que se obtienen si se deja a las máquinas resolviendo todos los problemas que llegan a la organización y el personal humano pretende estar tomando margaritas en la playa.

Con esta lección muy bien aprendida, la comunidad global de inteligencia artificial tiene claro que la filosofía es poner al ser humano siempre dentro del proceso, “put the human in the loop”, se repite una y otra vez dentro del mundo de la arquitectura de sistemas inteligentes.

Esta tendencia de la automatización absoluta no es la que pone en jaque los puestos de esta profesión, es más, ni siquiera es una tendencia porque ninguna organización la pudo hacer realidad. Es meramente un error de concepto generalizado. Una especie de mito.

La tendencia que quiero atacar es la de no querer o no saber acoplarse a los cambios. Ya sea porque las urgencias consumen los recursos que necesita la innovación o porque la inflexibilidad o la tradición impiden el rediseño de los procesos hacia flujos potenciados por inteligencia artificial.

La revolución de la inteligencia artificial es mucho más rápida que la que trajo el ineludible Excel. Y mucho más contínua también. En el tiempo que toma leer este artículo salieron varias aplicaciones nuevas con inteligencia artificial en todo el mundo. El ecosistema tecnológico de inteligencia artificial se asemeja a un volcán en erupción.

La tendencia de creer que la competencia también lucha contra las urgencias del día a día y que también tiene sus procesos anquilosados es la que en un giro sorpresivo puede acabar con la propuesta de valor de una organización en un tiempo menor al necesario para hacer una implementación que iguale fuerzas en el mercado. Y esto es válido a nivel personal también.

Los procesos de cambio toman mucho tiempo. No hay productos que se puedan adquirir y al día siguiente suban a una organización a la nueva era de la automatización, evitándose el proceso de transformación cultural interno.

Si la organización no cuenta con el personal para empezar a entrar en un proceso de potenciación con inteligencia artificial, lo mejor es buscar ayuda afuera. Existen organizaciones dedicadas a diseñar planes de modernización, sugerir herramientas y acompañar durante todo el proceso de transformación. Pero la consultora sólo puede mostrar puertas, no puede cruzarlas. No puede ahorrarle a la organización todo el trabajo.

A nivel personal, mi recomendación es comenzar desde la consciencia de que la forma de hacer las cosas puede costar menos, tardar menos o tener todavía mejores resultados con el acompañamiento de una solución con inteligencia artificial. Es cuestión de ir día a día aplicando pequeños cambios que terminan generando una especie de copiloto que se encarga de todo aquello en lo que los humanos somos lentos o erráticos, como leer un archivo de 1 millón de líneas de movimientos bancarios.

El mejor momento para empezar un plan de implementación de sistemas inteligentes que asistan y complementen a seres humanos dentro de la organización es cuanto antes. Y en ese proceso ir entendiendo que es necesario dejar atrás las formas habituales de resolver problemas, las tradiciones, las costumbres, aquello que incluso puede haber costado mucho trabajo conseguir. Abrazar la flexibilidad y soltar repetibilidad. Adoptar la customización y soltar la normalización.

A nivel personal, aprender a olvidar profesionalmente para hacer lugar contínuamente a lo nuevo.