El Proyecto SEMILLA de la UP reconocido en el Concurso Arquitectura Solidaria SCA-CPAU 2020
El concurso de Arquitectura Argentina Solidaria, organizado por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) y la Sociedad Central de Arquitectos (SCA), reúne ideas, iniciativas, proyectos, trabajos, obras e investigaciones que brinden una respuesta a las necesidades de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. En ese marco, un grupo de estudiantes y docentes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo se involucró con la posibilidad de ayudar a una familia, generando SEMILLA, un proyecto que fue seleccionado en la categoría “Obras de menos de 1000 m2” dentro del mencionado certamen.
Los alumnos Félix Arias Uriburu, Tamara Benedini, Malena Donadio, Martina Faramiñan Jarak, Joanne Marie, Glenn Peña, Candela Jimena, Ayelén Lantaño, Martina Marcello, Joaquín Montero, Facundo Palmou, Vanesa Mariel Requena, Nicolás Rodríguez Morera, Juana del Pilar Rolandeli, Carolina Sacco Moriconi y Florencia Schwartz; coordinados por los docentes Pablo Rodríguez Acevedo, José Torrado Maceiras y Gustavo Di Costa, con la colaboración especial del arquitecto Hugo Celayeta; recibieron una mención entre otros 66 equipos de diferentes escuelas de Arquitectura de todo el país.
El proyecto “SEMILLA”
El proyecto se basó en el trabajo realizado en un asentamiento en la localidad de Tigre, provincia de Buenos Aires, en colaboración con la Asociación Civil Libertad Eterna, que recurrió al Centro de Estudios en Tecnología y Producción (CEDtyp) de la UP con el fin de ayudar a Mabel (44), madre y sostén de cinco hijos. Rápidamente, docentes y estudiantes de Práctica en Construcciones pusieron sus conocimientos al servicio para generar una propuesta de vivienda a medida de las necesidades y recursos de la familia.
El profesor UP Rodríguez Acevedo, uno de los impulsores, cuenta: “Fue una experiencia más que importante para todos los que participamos. Teníamos un cliente real en búsqueda de una solución. La situación de la familia era crítica: ocupaban una casilla precaria de 3 x 3 metros, sin las mínimas condiciones de habitabilidad. Esta es su historia”.
“Creo que el trabajo que nos ofrecieron los profesores inspiró a gran parte de la cursada. Era un desafío nuevo dentro de la carrera, que no esperábamos. Algo tangible que cambiaría la vida de una familia, cargándonos de la responsabilidad de brindarles una solución”, destacó uno de los alumnos, Joaquín Montero, sobre lo que generó esta iniciativa en sus compañeros.
Para perfeccionar la propuesta y maximizar los resultados, los estudiantes UP se dividieron en grupos que avanzaron en simultáneo: algunos se dedicaron al trato con el cliente, la ONG y la comunidad desde una perspectiva social; otros hicieron un análisis del entorno urbano inmediato; un equipo más técnico desarrolló la propuesta de arquitectura; un cuarto grupo se enfocó en la sustentabilidad. También hubo redactores designados y alumnos encargados del equipamiento interior de la vivienda.
Sobre esta novedosa modalidad, el docente Torrado Maceiras señaló: “Nuestros estudiantes aprovecharon la valiosa posibilidad de aplicar sus conocimientos. El hecho de interactuar con una familia real, con necesidades palpables y una condición particular de contexto, fue sumamente productivo para entender la relación que conlleva en nuestra Facultad de Arquitectura el ‘aprender haciendo’. Esperamos que nuevas convocatorias a concursos de similares características al premio Arquitectura Solidaria SCA-CPAU nos puedan reunir y convocar junto a los estudiantes, para llevar a cabo esta saludable transferencia de conocimientos en favor de nuestra sociedad”. El profesor agregó: “Es parte de nuestra responsabilidad profesional como formadores de futuros arquitectos poner a disposición la energía, compromiso y capacidad de los equipos de estudiantes en el actual contexto”.
Asimismo, los docentes de la Facultad de Arquitectura UP resaltaron la dedicación de los estudiantes, que superó ampliamente las expectativas: “Su desempeño fue espectacular, nos tocó un grupo excelente, muy comprometido desde el punto de vista académico y sensibilizado desde lo social. Para ellos fue sumamente valioso en muchos niveles, no sólo por el aporte a la familia, sino también por los conocimientos adquiridos desde lo profesional y técnico”.
“Todos mostraron un alto grado de compromiso, trabajando muchas más horas de las habituales para arribar al mejor resultado posible. Es muy justo el premio obtenido, porque pensamos que además de destacar la propuesta arquitectónica, reconoce el mérito de aceptar el desafío y ofrecer sus capacidades. Como profesores de la FAUP/UP estamos muy orgullosos de estos estudiantes y no dudamos que su ejemplo servirá para que los más jóvenes los imiten en el corto plazo”, puntualizó Di Costa y añadió: “Los estudiantes resultaron ganadores por el simple hecho de exponer su capacidad dentro de un caso real. De esta forma, pudieron interactuar con nosotros para experimentar vivencias, capacidades materiales y condiciones del habitar, creando, proponiendo y apasionándose”.
“Es una cadena virtuosa que funciona perfectamente. Los alumnos incorporaron experiencia y la familia pudo construir una buena casa, pensada a medida de sus necesidades y posibilidades”, señaló Rodríguez Acevedo, y concluyó: “Más allá de la selección en el concurso de SCA-CPAU, cuando hicimos este convenio ya ganamos: ganó la familia, la ONG, los alumnos, ganamos los docentes y la facultad, al hacer este proyecto realidad”.
En marcha
Actualmente, las paredes de la casa SEMILLA están siendo autoconstruidas por voluntarios, vecinos y la familia, con el apoyo de la Asociación Civil Libertad Eterna, que consiguió donaciones para los materiales. El equipo docente de la UP continúa brindando su apoyo desde la materia Práctica Profesional, donde un grupo de alumnos realiza el seguimiento y supervisión de la obra de Mabel, mientras que otro ya comenzó a trabajar en un segundo proyecto, para una nueva familia.
“Involucrarnos con la familia de Mabel fue de lo más emocionante. Conocer realidades diferentes siempre suma en lo personal, es como un cable a tierra que nos hace tomar conciencia. Pero lo que más gratificación nos trajo fue ver, aunque fuese a través de una cámara, la felicidad de Mabel y los chicos al imaginarse este nuevo hogar, que pronto podrán llamar propio. Dejando de lado el concurso, el proyecto SEMILLA nos marcó a todos, ya que tuvimos la oportunidad de aportar nuestro grano de arena, ayudándoles a mejorar su presente y a proyectarse con ánimos hacia el futuro. Nos transmitió que, aunque hoy atravesemos situaciones difíciles, siempre hay motivos para mirar con esperanza el mañana”, concluyeron las alumnas Joanne Marie Glynn Peña y Florencia Schvartz.