Se presentó “LA AGENDA UNIVERSITARIA VI, Reflexiones sobre las universidades antes, durante y después de la pandemia”
Expusieron los autores Carlos Marquís, Juan Doberti, Ana García de Fanelli, Eduardo Sánchez Martínez, Adolfo Stubrin y Danya Tavela.El último martes 30 de noviembre tuvo lugar la presentación del libro “LA AGENDA UNIVERSITARIA VI, Reflexiones sobre las universidades antes, durante y después de la pandemia”, de la Colección de Educación Superior de la Universidad de Palermo, compilado y editado por Carlos Marquis.
El encuentro virtual organizado por la Facultad de Ciencias Sociales contó con la exposición de los autores de los capítulos del libro: Carlos Marquís, Juan Doberti, Ana García de Fanelli, Eduardo Sánchez Martínez, Adolfo Stubrin y Danya Tavela.
Ante una gran concurrencia que contó con especialistas de distintas universidades del país y de América Latina; así como un amplio grado de participación y preguntas por parte de más de 60 asistentes; los oradores desarrollaron análisis críticos sobre la Educación Superior con la intención de proponer políticas públicas para el sistema y para la gestión de las universidades. Entre los temas que se debatieron figuraron: el financiamiento y los costos, la transición entre el nivel medio y el ingreso, la gestión del campo científico tecnológico, reflexiones en torno a la enseñanza y el análisis de casos.
Carlos Marquis en su rol de compilador y editor recordó a Juan Carlos Del Bello, quien falleciera recientemente, y a cuya memoria está dedicado el libro. Marquis destacó su extensa trayectoria y afirmó que “deja una huella imborrable y orientadora para los que le siguen y trabajan en los campos que él supo cultivar”. Recordó que Del Bello fue quién puso en marcha la Secretaría de Políticas Universitarias, y quién impulsó de la Ley de Educación Superior, hoy vigente; así como instrumentos y organismos como la CONEAU; el FOMEC; y el Sistema de Información Universitaria. Del Bello “fue Secretario de Ciencia y Tecnología, creó la Agencia, creó el FONTAR y, en otro orden, la innovadora Universidad Nacional de Río Negro”.
Asimismo, Marquis analizó las respuestas que el campo universitario, científico y tecnológico argentino tuvo durante la pandemia, y destacó el rol institucional que tuvo el CIN en asociación con la Secretaría de Políticas Universitarias: “hubo un rol proactivo de gestión que permitió que las demandas del sector llegaran a las autoridades y pudieran ser escuchadas”.
Destacó que, ante la crisis, desde el campo científico-tecnológico hubo respuestas veloces, con precisión y con recursos. El MINCYT, la Agencia I+D+I y el CONICET pusieron en marcha un plan de financiamiento que convocó a presentar ideas y proyectos priorizando el área de la salud. Por último, remarcó el vínculo entre el sector público y el privado, así como la velocidad y eficacia con la que los organismos atendieron la crisis de la pandemia en el momento más crítico.
Sobre otra de las grandes problemáticas que enfrenta el sistema universitario, Ana García Fanelli se refirió a la transición entre la secundaria y la universidad; así como los desafíos para el logro de la equidad. Observó un marcado incremento de la demanda de acceso a las universidades por parte de una población que viene con una débil formación en el nivel medio, y por ello la necesidad de políticas que garanticen no solo el acceso, sino la permanencia y la graduación. Entre las herramientas que mencionó estuvieron indicadores que comparen la situación de las distintas universidades, estudios de impacto de las acciones de apoyo y capacitación, programa de tutores y becas, entre otras.
En esa línea, García Fanelli planteó la necesidad no solo de trabajar en el plano universitario sino de desarrollar algún tipo de política focalizada en la escuela media para que sea trabajada de manera regional con intervención de las propias universidades.
La premisa de Juan Doberti fue que debe haber una asignación presupuestaria diferente a la histórica, “seguimos pensando en una universidad totalmente presencial siendo que la educación a distancia (según datos de 2019) está creciendo al 6% y la presencial al 2% anual, es decir, la tasa de crecimiento de la educación a distancia es tres veces mayor”.
En su artículo, el autor mostró que el 25% de los alumnos de universidades privadas eligen la modalidad a distancia; porcentaje que se eleva a 34% cuando se trata de nuevos inscriptos. Aunque en las universidades públicas ese porcentaje es menor, también es creciente. Por lo tanto, la asignación presupuestaria tiene que tener en cuenta los cambios que vinieron para quedarse. Uno es la virtualización de la enseñanza; otro, la mano de obra. Por ejemplo, “en la educación a distancia, los bibliotecarios y los tecnólogos educativos pasan a tener un rol más importante que en el pasado. Por lo tanto, los planteles de personal se modifican. La infraestructura y los equipamientos también. La infraestructura física puede ser menor, pero la de conectividad, equipamiento, mucho mayor”.
Para Doberti el formato hibrido ya es una realidad, sin embargo la asignación presupuestaria es de una institución presencial”. Otro problema es la “inercia” de las carreras que no se modifican en el tiempo”, y en este sentido señala que el desafío es aún mayor para las instituciones públicas porque las privadas tienen a la competencia como un inductor de las modificaciones y la adaptación.
A su turno, Eduardo Sánchez Martínez analizó la experiencia de las universidades con la enseñanza online y se preguntó: ¿Es la enseñanza presencial totalmente prescindible y, en todo caso, sustituible por la educación virtual? Para enfatizar una respuesta que destacó la complejidad del caso y señaló que “la educación presencial no puede descartarse ni es conveniente hacerlo”.
Sánchez Martínez afirmó que la tecnología ha sido protagonista absoluta de la experiencia universitaria durante la pandemia, pero que esta por sí sola no cambia las prácticas docentes ni da sus mejores frutos cuando todo depende de ella: “El aporte de la tecnología cambia sustancialmente cuando se ve complementado con formas innovadoras de enseñanza. Si se reconoce que enseñar a distancia cambia el rol del profesor, luego debe cambiar también la forma de enseñar”. De ese modo, propuso un involucramiento en políticas de innovación de la enseñanza: “la capacitación docente en relación con la educación a distancia debe ser mejor y más compleja” y a su vez enfatizó “la necesidad de que la enseñanza universitaria siga siendo una experiencia social, por lo que la presencialidad no puede darse por sustituida”.
Por su parte, Adolfo Stubrin expuso sobre el concepto de configuración universitaria, un enfoque teórico a través del que se han estudiado, de forma comparativa, varios sistemas universitarios en el mundo. Consiste “en relevar las relaciones estables existentes de grandes actores colectivos o grandes polos —en este caso, el gobierno federal, las elites académicas y las autoridades universitarias— con miras a una valoración de las relaciones de poder, de coordinación y confrontación que se establecen entre estos actores”.
El análisis de Stubrin parte de la experiencia de fines de los años 90 y primeros años de los 2000, momento en que hubo un gran cambio en el sistema universitario. Según el estudio hoy persisten algunos problemas sistémicos, por ejemplo, la atención en la graduación de los alumnos y la falta de atención política e institucional prestada a la enseñanza como función clave. “En el último tiempo, se ha observado una diversificación de funciones y de niveles —pre-grado, grado, posgrado—, una ampliación de las ofertas académicas, la aparición de nuevas investigaciones y una transferencia de tecnologías, etc. En el caso de la Universidad Nacional del Litoral, se da un proceso de transformación que conecta a la universidad con el medio social y la conduce a una modernización y a entablar una nueva multiplicidad de funciones”, repuso Stubrin, quién puso el foco sobre la necesidad de llevar a cabo una evaluación institucional que pueda orientar las políticas públicas para las universidades.
Finalmente, Danya Tavela se centró en el caso de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires que elaboró “un modelo de educación remota de emergencia, desarrollado durante el primer semestre de 2020, que a fines de ese mismo año derivó en la oportunidad de desarrollar un modelo de educación virtual a partir de las experiencias aprendidas y en busca de objetivos claros: ampliar las fronteras geográficas de la universidad y generar oportunidades de inclusión de aquellos estudiantes que no ven en la educación presencial una buena opción”. El artículo observa que la adaptación de las universidades a la virtualidad se destacó por su heterogeneidad e inequidad y por eso las respuestas brindadas por las distintas casas de estudio han sido dispares”. Esta diferencia radica en factores diversos: las condiciones geográficas de las universidades, el grado de inversión en mejoras tecnológicas, los desarrollos previos, el tipo de oferta académica, la capacitación de los docentes, etc.
“El diagnóstico todavía está en proceso y su elaboración tiene como objetivo promover la adaptación de las universidades a estos nuevos desafíos”, afirmó Tavela, y destacó un factor determinante: “la fortaleza de los procesos de gobernanza de las distintas universidades en términos de funcionamientos políticos y liderazgos. Cuanto mejores son los acuerdos entre los distintos componentes de la estructura académica, mejor la adaptación de la universidad a los nuevos desafíos”.
Sobre la colección: El objetivo de la Colección de Educación Superior es colaborar con el desarrollo de los líderes y protagonistas del mundo académico, facilitando el acceso a obras de autores locales e internacionales en la materia, a fin de promover el análisis de la universidad moderna, sus funciones y los dilemas a los que se enfrenta.
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