La egresada de Psicología UP, Stephanie Simons, es líder del área psicoeducativa en una ONG en Berlín
Obtuvo la posibilidad de trabajar en la colaboración humanitaria con mujeres alrededor del mundo.Stephanie Simons, egresada de Psicología UP, trabaja como líder del área psicoeducativa en una ONG en Berlín, Alemania. Allí redacta textos, organiza talleres mensuales y permanece en contacto pleno con agentes de la institución, la cual tiene como objetivo la ayuda humanitaria a mujeres en diferentes regiones del mundo donde los tabúes sociales sobre las mujeres y la construcción de la femineidad están completamente violentadas.
¿Qué es lo que más te gusta de tu posición actual o de tu profesión?
Me gusta que tengo el privilegio social de trabajar de lo que estudié. No muchas personas que acceden a la educación superior la finalizan y logran conseguir un espacio en su nicho laboral, así que me siento muy contenta por ello.
¿Qué es lo más importante que aprendiste en la Universidad?
A trabajar en equipo, codo a codo con personas diferentes a mí y lograr intercambiar conceptos. Lo aprendido en este aspecto lo aplico a diario en mi trabajo que desarrollo en Berlín, donde estoy en permanente contacto con personas de distintas nacionalidades europeas.
¿Hay alguna materia (o profesor) de la Universidad que te haya dejado alguna huella especial?
Por suerte, me han gustado muchas cátedras. Me crucé con excelentes profesores, realmente de todos me llevo algo, pero creo que en común aprendí el significado de la pasión por la transmisión de contenidos. Podría nombrar a todos: Gisela Laboreax, Verónica Fernández, Fernando Gallego, Alejandro Cosentino, Debora Burin, Daniela Mazzocco, Juan Manuel Bulacio, Alejandro Castro Solano, Daniel del Percio, Oscar Boullosa, Natalia Da Silva y Eduardo Leiderman.
¿Qué les dirías a los futuros graduados en Psicología?
Les diría que en estos tiempos se vuelve muy difícil abandonar “la imposición de la felicidad” que lamentablemente nos inundan desde todos lados. Desde los mensajes de los medios de comunicación hasta los productos que compramos, con frases como "sonríe siempre", "sé feliz" y demás. Esto finalmente determina la vida social y profesional de los individuos, y cuando llegan a una consulta profesional, lo hacen incluso con un malestar por sentirse mal o con dolor. Realmente esta obligación con la felicidad puede dejarnos ciegos. Y esa ceguera impide que veamos al otro que nos contactemos que nos humanicemos. Estos son los pilares de esta profesión.
¿Qué es lo que más te gusta de tu posición actual o de tu profesión?
Me gusta que tengo el privilegio social de trabajar de lo que estudié. No muchas personas que acceden a la educación superior la finalizan y logran conseguir un espacio en su nicho laboral, así que me siento muy contenta por ello.
¿Qué es lo más importante que aprendiste en la Universidad?
A trabajar en equipo, codo a codo con personas diferentes a mí y lograr intercambiar conceptos. Lo aprendido en este aspecto lo aplico a diario en mi trabajo que desarrollo en Berlín, donde estoy en permanente contacto con personas de distintas nacionalidades europeas.
¿Hay alguna materia (o profesor) de la Universidad que te haya dejado alguna huella especial?
Por suerte, me han gustado muchas cátedras. Me crucé con excelentes profesores, realmente de todos me llevo algo, pero creo que en común aprendí el significado de la pasión por la transmisión de contenidos. Podría nombrar a todos: Gisela Laboreax, Verónica Fernández, Fernando Gallego, Alejandro Cosentino, Debora Burin, Daniela Mazzocco, Juan Manuel Bulacio, Alejandro Castro Solano, Daniel del Percio, Oscar Boullosa, Natalia Da Silva y Eduardo Leiderman.
¿Qué les dirías a los futuros graduados en Psicología?
Les diría que en estos tiempos se vuelve muy difícil abandonar “la imposición de la felicidad” que lamentablemente nos inundan desde todos lados. Desde los mensajes de los medios de comunicación hasta los productos que compramos, con frases como "sonríe siempre", "sé feliz" y demás. Esto finalmente determina la vida social y profesional de los individuos, y cuando llegan a una consulta profesional, lo hacen incluso con un malestar por sentirse mal o con dolor. Realmente esta obligación con la felicidad puede dejarnos ciegos. Y esa ceguera impide que veamos al otro que nos contactemos que nos humanicemos. Estos son los pilares de esta profesión.