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El regreso de la inflación global, un flagelo que distorsiona la información contable

  El regreso de la inflación global, un flagelo que distorsiona la información contable

El incremento de la inflación mundial se siente no solo en las economías avanzadas sino también en la mayoría de los mercados emergentes, es un fantasma que azota al mundo y particularmente a nuestro país, generando desigualdades.

Una elevada inflación global acompañada de un crecimiento débil recuerda la estanflación de los años setenta, donde la crisis del petróleo desencadenó en un estancamiento económico e inflación. Una particularidad distintiva de la inflación actual es su ubicuidad.

La pandemia que azotó al mundo a partir del mes de marzo del 2020 y los conflictos bélicos desatados durante el corriente año han provocado grandes subas de precios, sobre todo en los alimentos, las comunicaciones y la energía entre otros, tensando los presupuestos de los países que importan grandes cantidades de petróleo y gas, agudizando aún más el desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo en algunos sectores.

Es sabido que los principales motores del pico inflacionario no son uniformes, y aunque sus causas son distintas según los países, Argentina es una nación golpeada fuertemente en el último tiempo por desajustes diversos en su macroeconomía, donde las expectativas de inflación están menos ancladas, y el traspaso de los tipos de cambio a los precios tiende a ser más rápido y pronunciado.

En Argentina la inflación ha sido una constante de nuestra historia en las últimas décadas. Salvo ciclos excepcionales (el más prolongado fue el de la convertibilidad) la economía argentina registró un nivel inflacionario elevado que se ha agravado en el último período.

Ha ido evolucionando a lo largo del tiempo jugando un papel importante simplificando las relaciones económicas entre los individuos.
Con el nacimiento de Internet, la llegada de los sistemas de pago digitales, y sobre todo con la llegada de las criptomonedas, varios estados se están replanteando en la actualidad cómo seguir teniendo el control del dinero con las mismas garantías que respaldan el papel moneda de una nación.

Considerando la persistencia y la magnitud del fenómeno y los efectos adversos que la inflación tiene en nuestra economía, la búsqueda de una solución definitiva debería ser una prioridad para las autoridades y los diversos actores involucrados.


La coordinación de la política fiscal y monetaria resulta necesaria para llevar adelante una serie de reformas que deberían haberse llevado a cabo hace tiempo, con el fin de abordar los factores estructurales que exacerban las tendencias y presiones inflacionarias.
En un entorno de inflación baja y estable, todos los recursos producidos se asignarían de una manera más eficiente, garantizando un mayor crecimiento y bienestar para la población en general.

La sociedad ya entendió que la inflación y el desorden macro les impiden el desarrollo futuro, y por el contrario, si el horizonte es claro y justo su esfuerzo habrá valido la pena. No tomar las decisiones a tiempo agravan el problema, esperemos que nuestros dirigentes estén a la altura de las circunstancias.