Un método funcional y efectivo de ejercitar nuestro cuerpo y resistencia con esfuerzo y control de superación ¡Mirá la nota completa!
El ejercicio intermitente (EI) es una forma de entrenamiento deportivo cuyo foco de acción radica en mantener al deportista en una franja de consumo máximo de oxígeno durante toda la sesión de ejercicios, de modo de maximizar su incidencia tanto en la capacidad de resistencia al esfuerzo, como en la quema total de calorías.
Puede ser considerado un régimen de entrenamiento similar al ejercicio interválico, en el que se alternan períodos de descanso con rutinas de esfuerzo, pero llevado a cabo de un modo más intenso: teniendo pausas más breves para el reposo y picos más altos de esfuerzo sostenido.
Propone la alternación de zonas de alto esfuerzo (15 segundos a la máxima intensidad) con pausas brevísimas para el reposo (20 segundos al 60% e la capacidad máxima del individuo) de modo de no permitir el descenso total del ritmo cardíaco sino hasta el final del entrenamiento.
Si bien la forma más simple parece ser la de correr, puede emplearse también este método a partir de ejercicios de repeticiones, de bicicleta (móvil o estática) o máquinas escaladoras.
Se trata de un principio altamente versátil, cuya única exigencia es un ritmo de intervalos adecuado para el deportista (determinado por un asesor deportivo).
Este entrenamiento tiene impacto, a través de su constante esfuerzo cardíaco, en el circuito de la respiración mitocondrial (aeróbico), vinculado a su vez con el ciclo del azúcar, por lo que tiende a la oxidación de las grasas acumuladas.
En sus períodos de máximo esfuerzo, en cambio, tiene impacto sobre el modelo energético muscular (anaeróbico), acudiendo a sus reservas rápidas de fosfato de creatina y deteniéndose a tiempo para evitar el ciclo del ácido láctico, cuyas secuelas musculares acarrean dolores y fatiga. Esto apunta a un incremento sostenido en la potencia muscular y por lo tanto en la resistencia del atleta.
Publicada: Miércoles 25 de noviembre de 2020