Amelia Troisi, egresada de Abogacía UP, trabaja en radio junto a Nelson Castro
“Estudiar Derecho me cambió completamente la manera de pensar y la forma de comunicar, pero lo más importante es que yo cambié interiormente”, señala la graduada UP que hace más de 30 años trabaja en Radio Rivadavia.Amelia Troisi resuena como uno de los nombres históricos de Radio Rivadavia, junto al de otras figuras referentes del periodismo. No es casual. Es una verdadera mujer de radio que lleva más de 30 años en el medio. Empezó su carrera a los 14 años atendiendo a los oyentes: “Estaba cantado que iba a ser periodista y abogada, lo supe desde siempre”, dice. Graduada de la carrera de Abogacía en la Facultad de Derecho UP, Amelia se preparó constantemente a lo largo de su vida para desempeñarse con compromiso frente a cada tarea y, por eso, estudió periodismo, locución, producción y Comunicación Audiovisual. Desde 1987 es conductora y productora en Radio Rivadavia y trabajo con emblemáticas figuras del éter: Antonio Carrizo, Héctor Larrea, Enrique Llamas de Madariaga, Juan Alberto Badía, Julio Lagos, Cacho Fontana. También, pasó por todas las posiciones dentro de la radio, desde cronista hasta enviada especial: “Y sigo aprendiendo”, sostiene. Ahora trabaja con Nelson Castro y define a la radio como “un misterio de cada día, nunca sabes quién te está escuchando ni con quién vas a hablar en algún recóndito rincón del mundo”.
¿Cómo encontraste tu vocación?
Mi abuelo fue uno de los pioneros vendedores de diarios en Argentina, por eso, mi apellido está unido a una legendaria familia de Villa Devoto donde tenían el reparto de diarios. Mi papá Angelito tenía su puesto de diarios en Habana y Lastra donde se reunían personajes de la cultura de lo más dispares. En vacaciones iba al puesto a ayudarlo, y para mí eso era como tener todo el mundo a mi alcance, leía desde Mafalda hasta los fascículos de ciencia, era mi propio internet. Estaba cantado que iba a ser periodista y abogada, eso nunca cambió, lo supe desde siempre. A los 14 años empecé a ir a un programa de radio a atender el teléfono de oyentes y ya no paré. Primero fue un juego, pero enseguida quise capacitarme. Siendo estudiante, organicé conferencias con gente del medio, y así conocí a Hugo Guerrero Marthineitz, Antonio Carrizo y Miguel Ángel Merellano, verdaderos dioses de la radio. Hugo me invitó a trabajar con él como su asistente y pude ver por dentro cómo se producía la magia de un tipo único en su especie.
¿Dónde te encontrás trabajando en la actualidad?
Esta temporada estoy trabajando con Nelson Castro, lo que es un placer, y mantengo otros trabajos de informes especiales y corresponsalía. La radio es un misterio de cada día, nunca sabes quién te está escuchando ni con quién vas a hablar en algún recóndito rincón del mundo. Todos tenemos una historia para contar y a mí me encanta conocerlas. No me gusta ser fan de nada, me interesa la realidad profunda y sin alteraciones. La comunicación no es una ciencia exacta y te mantiene alerta. Mi día de trabajo es sumar hechos, testimonios y análisis. Hoy soy conductora, pero pasé por todas las categorías: asistente, cronista, acreditada, enviada… y sigo aprendiendo.
¿Qué opina sobre el trabajo periodístico que ha sufrido tantos cambios con los años?
Los hechos son sagrados, eso no cambia. Nuestro trabajo es reconstruir el antes, el después y la implicancia, luego insertarlo en el mapa de realidad para hacer una lectura completa. Cuantos más elementos conozcas, mejor será el análisis. No hay peor camino que trabajar desde el “amimeparecismo” (a mí me parece que…). El periodismo requiere que podamos contar la realidad sin intervenir en modificar los hechos, hay que trabajar en verificarlos. Si bien el oficio aparece en la mecánica de trabajo, esto es una profesión que tiene una función muy importante en la democracia y eso no ha cambiado. Cuando comencé, salía en el móvil con el técnico Osvaldo Bergalli, quien tiraba cien metros de cable para que hiciera las notas. Hoy grabo y edito en mi celular. Más allá de lo técnico, los cambios más importantes se dieron en el pensamiento. Hemos evolucionado en la mirada de cada día, que es mucho más global. El coronavirus muestra que estamos parados frente a un nuevo quiebre histórico.
¿Qué significa ser parte de la historia de una radio tan importante?
Rivadavia es una universidad al aire de periodismo y de vida. Tuve la oportunidad de trabajar con Antonio Carrizo, Héctor Larrea, Enrique Llamas de Madariaga, Juan Alberto Badía, Julio Lagos, Cacho Fontana. Verdaderos dotados en crear estilos reconocibles y que han perdurado. Valoro haber conocido a líderes mundiales en Casa Rosada y preguntarles cara a cara a presidentes de todo el mundo que ya están en la historia. Otra experiencia que disfruté secretamente fue cuando Llamas de Madariaga me envió a entrevistar a RayBradbury, que era mi ídolo y lo sigue siendo. Conocerlo fue confirmar lo que imaginaba: que era un distinto. El desafío fue no atarme a ningún lugar y aprender varias tareas. Darwin debe haber observado a los periodistas, ya que sobrevive el que más se adapta al medio en el que se desarrolla sin convertir su pensamiento en esclavo.
¿Qué aprendiste de las figuras con las que trabajaste?
Mi primer trabajo fue con Pepe Eliaschev en otra radio, de él aprendí lo metódico en la lectura y el orden de producción, me enseñó a leer economía. Con Llamas fueron casi 20 años de idas y vueltas, una frase que me repetía cuando le presentaba una idea de nota que no cerraba era: “No seas abogada de tus notas, si no sirve, no sirve”. Enrique Llamas de Madariaga es un analista de primera, acaba de publicar el libro “Ser Periodista”: no se lo pierdan porque sabe todo de esta profesión. De Marthineitz recuerdo una frase que me repetía a diario: “Cuando el alumno está, el maestro siempre aparece”. Héctor Larrea me enseñó el manejo del aire. Creo que en mi generación, todos los que hoy somos conductores tenemos algo que se hizo a base de ellos.
¿Cómo ves el rol de las mujeres en la radio y cómo fue tu experiencia?
Las mujeres seguimos en desventaja, durante mucho tiempo se nos tuvo como las corroboradoras del señor conductor, que suponía saberlo todo. O se nos mencionaba a partir de nuestro aspecto. Hoy sigue pasando, pero infinitamente menos. La audiencia también se fue acostumbrando a que la mujer no está al aire para tratar temas femeninos, sino que puede explicar con soltura como se mueve el mercado de granos o cuáles son las nuevas tecnologías. Mi consejo es que avancen, y no se queden calladas. Si todas lo hacemos se torna una normalidad. Una cosa importante es aprender a financiarnos, es fundamental.
"Estudiar Derecho me cambió completamente la manera de pensar y la forma de comunicar, pero lo más importante es que yo cambié interiormente".
¿Por qué elegiste estudiar Abogacía en la Universidad de Palermo?Estudiar Derecho me cambió completamente la manera de pensar y la forma de comunicar, pero lo más importante es que yo cambié interiormente. De pronto, mi cabeza se abrió sobre muchísimos temas. Creo que fue la mejor decisión que pude haber tomado, estoy feliz de lo que obtuve. Si bien estudiar en mi familia es la normalidad (con placer, no como imposición), pienso que no se trata de adornar el ego con un título sino poner en acción lo que uno sabe en función de ayudar a otros. A futuro me gustaría trabajar como abogada, además de periodista. Quiero ayudar a los que necesitan y seguir estudiando.
"Mi primer consejo es aprovechen las becas locales e internacionales".
¿Qué recomendación le daría a las futuras generaciones que quieren hacer carrera en medios?
Mi primer consejo es aprovechen las becas locales e internacionales. Las futuras generaciones verán cuales son las necesidades tecnológicas para desarrollar la tarea, lo que no va a cambiar es el contenido y para eso hace falta capacitarse. Opinadores somos todos, pero el periodismo no es sólo opinar. Hay que saber. Las redes son una competencia y una herramienta más, pero si lo que se viraliza es una falsedad siempre ganará el que investigue, chequee y explique con corrección. En estos años diría que uno de los mayores desafíos fue no caer en el enojo y la descalificación. Todas las opiniones valen y pueden ser una puerta de entrada a entender la realidad”.