Elizabeth Mayer, egresada de Derecho UP, dirige su estudio jurídico y colabora con la Comisión de Discapacidad del Colegio Público de Abogados de la Ciudad
“Hoy la tecnología y las asistencias son aspectos centrales para las personas con discapacidad. Pero queda en ellas mismas descubrir su potencial, su pasión. En mi caso, era tan grande mi deseo de ser abogada que, con esfuerzo, lo logré”.Elizabeth Soledad Mayer se recibió de abogada en la Universidad de Palermo y hoy tiene su estudio jurídico especializado en personas con discapacidad, además de ser colaboradora en la Comisión de Discapacidad del Colegio Público de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, haberse profesionalizado en esa área no fue algo casual. Elizabeth tiene una discapacidad de nacimiento: “Fue por una parálisis cerebral infantil y estoy en silla de ruedas desde que nací”. Hoy reúne sus propias experiencias con los conocimientos adquiridos y el potencial profesional que se desprende de su gran pasión por su vocación para avanzar en cada meta. “Si tenés un motor, cualquier camino te va a llevar a cumplirlo. No es algo que tenga que ver con la discapacidad, sino con todas las personas. Es un potencial propio, aprovechando lo que la vida te da”, afirma Elizabeth a quienes, como ella, intentan superarse día a día y hacer la diferencia.
¿Cómo encontraste tu vocación para ser abogada?
Cuando yo era niña jugaba a ser abogada. Mientras todas las nenas jugaban con las muñecas o al mercado, a mí me encantaba defender a mis presos, que eran mis primos. Algunas personas lo toman en chiste, pero yo creo que si un chico se propone algo desde muy pequeño lo logra, puede ser que sea muy diferente a otras personas, pero lo logra. En mi familia soy la primera recibida universitaria, por eso en aquellas épocas el único abogado que veía era Mariano Grondona. Él sabía varios idiomas, podía hablar de política y de todos los temas. Lo veía con mi abuelo y me encantaba, quería ser así. Gracias a la profesión hace dos años pude compartir un trabajo privado con él y fue muy generoso conmigo profesionalmente.
Habiéndote especializado en casos de personas con discapacidad, ¿Cómo es el trabajo que realizás?
Actualmente dirijo mi estudio jurídico, pero además colaboro con la Comisión de Discapacidad del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal y estoy en contacto con la Cámara Argentina de Abogados con Discapacidad. Argentina es uno de los pocos países de Latinoamérica que tiene una Cámara Nacional. De lo que se debe encargar es de reclamar que en los juzgados y en todas las reparticiones judiciales se cumpla con la accesibilidad. Por eso, el año pasado hice mi especialización en derechos de las personas con discapacidad. Considero que también es necesario decir cómo este país ha ido transformándose a lo largo de los años para que muchas personas como yo o incluso con más dificultades se puedan recibir. Los avances tecnológicos, todo lo que es computación y los celulares ayudan mucho. Yo tengo una dificultad de movilidad, pero ahora todo es táctil, no tengo ni que apretar botones, solo deslizar los dedos.
¿Cómo creés que nos encontramos como sociedad en cuanto a la inclusión de personas con discapacidad?
Dentro de Latinoamérica, comparando nuestro país con Venezuela, con Colombia, Argentina tiene muchos avances. La Ciudad de Buenos Aires tiene transporte adaptado, tenemos la ley de gratuidad en los pasajes tanto interurbanos como a países limítrofes en todo lo que es transporte terrestre. En el resto de la región, eso no existe. Para otras discapacidades que tienen patologías combinadas este país también cubre el tratamiento de fertilidad, lo cual es muy importante. Para nosotros es común, pero sabemos que no ocurre en el resto de Latinoamérica. Este país también tiene la ley de asistentes para personas con discapacidad, lo que es fundamental porque nos permite movilizarnos solos sin ayuda de nuestros padres o con quien convivamos.
¿Qué desafíos y experiencias te marcaron a lo largo de tu carrera?
Empecé a cursar en el 2001 y me recibí en julio del 2008. Todo lo que son las nuevas tecnologías y los avances que ha tenido la abogacía para las personas con discapacidad me han ayudado muchísimo. Al poco tiempo que me recibí, entré en la Comisión de Derecho Civil del Colegio de Abogados, y luego en la Comisión de las Personas con Discapacidad, donde atiendo casos y doy conferencias. El Colegio me ayudó mucho porque es un edificio muy adaptado, como la Universidad de Palermo, ofrece muchísimos servicios que te ayudan a ejercer la profesión. La infraestructura ayuda mucho, pero reconozco que mi realidad es diferente a lo que puede suceder en las provincias del interior de Argentina.
¿Cómo fue tu experiencia de estudiar en la Universidad de Palermo?
Elegí la Universidad de Palermo por su accesibilidad, siempre tuvo rampas y otras comodidades, como tener grupos reducidos, por lo que pueden asistirte o colaborar. Eso te hace sentir muy cómodo. Un hecho que recuerdo es que siendo alumna de la Universidad, cuando iba a cursar hacía todo el trayecto desde mi casa con una silla motor, pero justo en la cuadra frente a la Universidad no había rampa. Frente a esa situación, la Universidad me apoyó para presentar un amparo, y en 15 días la rampa estuvo hecha. Siempre lo destaco. Sentí en varias oportunidades el apoyo de la Universidad y de mis compañeros.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes que quieren profesionalizarse?
Para cualquier futuro abogado, le diría que si bien hay muchos colegas, si es tu profesión te vas a destacar y vas a ser único. Siempre vas a ser diferente porque no hay una persona igual a la otra, cada uno verá su camino en la profesión. Si realmente lo deseás tenés que hacerlo.
¿Qué consejos les darías a las personas con discapacidad que buscan desarrollarse profesionalmente?
Me parece que el punto está en cómo se apoyen y también cómo sean sus fortalezas para verse como persona soslayando sus dificultades. Hoy, la tecnología y el sistema de asistentes son aspectos centrales para las personas con discapacidad. Pero queda en ellas mismas descubrir su potencial, su pasión. Cuando yo era niña, empecé a escribir con la boca, prácticamente no movía las manos, pero me esforcé y aprendí hasta que pasé a la asistencia de la computadora. Eran tan grande mi deseo de ser abogada, que pensaba en aprender a escribir para poder firmar, ese fue mi ímpetu para perseguir mi objetivo. Si tenés un motor, cualquier camino te va a llevar a cumplirlo. No es algo que tenga que ver con la discapacidad, sino con todas las personas, es un potencial que lo incrementa uno mismo, aprovechando lo que la vida te da.
¿Tenés otras metas o proyectos por cumplir a futuro?
Mi objetivo está en hacer una maestría o posgrado, y luego ver si puedo hacer algún viaje de intercambio al exterior. Es un poco ambicioso, pero es lo que me gustaría hacer.
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