Whatsapp, autonomía de la voluntad y salud a través de las Ciencias del Comportamiento

Por Martín A. Frúgoli. Cómo puede influir el uso actual de Whatsapp en la capacidad de juzgar y decidir del ser humano. Whatsapp, autonomía de la voluntad y salud a través de las Ciencias del Comportamiento
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Martín A. Frúgoli

Muchas plataformas virtuales explotan los sesgos cognitivos humanos para favorecer sus intereses. Whatsapp es una de ellas. Nos focalizaremos en cómo puede influir el uso actual de Whatsapp en la capacidad de juzgar y decidir del ser humano, para luego proponer una forma sencilla de mejorar esta capacidad mediante el fortalecimiento del derecho “autonomía de la voluntad”. Y, paralelamente, mejorar el “derecho a la salud”. Veamos:

El Código Civil y Comercial Argentino consagra la autonomía de la voluntad en materia contractual en el art. 958. Más ampliamente lo hace nuestra Constitución Nacional, en los arts. 19 y 75 inc. 22. Sin embargo, los diseñadores de la plataforma Whatsapp (entre otras, aunque abreviamos mencionando sólo a esta porque hoy es de las que más utilizamos en Argentina) limitan el ejercicio de este derecho que influye en nuestra capacidad de juzgar y decidir.

Las Ciencias del Comportamiento nos describen sesgos cognitivos (errores sistemáticos en el juzgar o decidir, apartados del comportamiento racional). Entre estos, el “sesgo de sobre-información” (information overload), aquel que nos impide juzgar y decidir fácilmente porque la mente se abruma ante el exceso de información. Demasiada información junta y en corto tiempo nos inclina hacia la paralización, o hacia decisiones no reflexivas que, muchas veces, nos llevan al error. Tener mucha cantidad de mensajes de Whatsapp en el celular puede ser un ejemplo que fomenta el sesgo information overload. De nuevo, demasiada información al mismo tiempo, bloquea o disminuye la capacidad cognitiva. Como consecuencia, el ser humano se distrae o recurre a la heurística, “saltando” a conclusiones probablemente erradas.

Otro tanto ocurre con el “sesgo de disponibilidad” (availability heuristic) intensificado por el “efecto marco” (framing effect), desde que los teléfonos inteligentes están ahí, disponibles, a nuestro alcance la mayor parte del día (al momento de escribir estas líneas algunas estadísticas sostienen que más del 85% de la población mundial posee smartphones). Y los teléfonos inteligentes están permanentemente a nuestro alcance, pero además la apertura de la pantalla viene con atractivos colores para ingresar a las aplicaciones, entre ellas, Whatsapp.

Podemos seguir mencionando sesgos como el del presente (present bias), que nos inclina a captar más la atención y dar más peso al beneficio inmediato, a corto plazo, que al mediato o de largo plazo.

Por otro lado, existen estudios que señalan que cada vez que nos interrumpen o distraen necesitamos otros 20 o 30 minutos para volver al estado de concentración y foco mental anterior. Ahora bien, el justificativo para quien envía mensajes a horarios o días no deseados del destinatario se encuentra en la imposibilidad de conocer su inconveniencia, o quizás simplemente porque si no lo envía en el momento luego se puede olvidar (¿acaso nunca nos pasó que enviamos un mensaje y dijimos “no importa la hora, pero si no lo envío ahora me voy a olvidar y no me queda pendiente a mí dicha tarea”?).

Entonces, ¿qué podemos hacer? No es suficiente quitar las notificaciones ni utilizar el complejo mecanismo de verificar en cada tiempo qué aplicación tengo en “on” y cuál en “off”. Pues, esto último genera demasiadas ficciones y complejiza la tarea (ya demasiadas cosas tenemos como para que diariamente nos tomemos la tarea de clickear qué activamos y qué desactivamos, ¿no?).

El estado actual de la técnica permitiría una solución mucho más sencilla que a la vez haría más eficiente el derecho a la autonomía de la voluntad. Además, incrementaría beneficios a la salud, disminuyendo el estrés, aumentando la creatividad, y evadiendo los mensajes invasivos en días y horarios que no deseamos. Entonces, la propuesta consiste en que, al igual que se permiten programar los envíos de e-mails, se deben permitir programar los envíos de Whatsapp (o cualquier otra aplicación similar, como por ejemplo, mensajes de línea, Telegram, WeChat, etc.). Esta simple propuesta resulta consistente hoy con una mayor operatividad y eficiencia del “derecho a la autonomía de la voluntad” que, a su vez, podría ser un elemento para mejorar la salud de usuarios.

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