Todos tuvimos de chiquitos algún objeto que seguramente luchamos por conseguir, pero una vez que fue nuestro se convirtió en el favorito. En este caso, Rosa Franco (Fac. Ingeniería) recuerda un muñeco muy especial que no tuvo un buen final.
“Me acuerdo que cuando tenía 6 o 7 años, para Reyes, quería un bebote. Estuve pidiéndolo hasta que me lo regalaron. Era divino. Manuelito se llama, todavía lo tengo guardado. Me acuerdo que mi hermana más chica, de bronca, porque ella tenía una bebita más chiquitita, me lo escribió todo. Le escribió toda la cabeza con birome y nunca salió. Se armó un lio tremendo. Es más, pasaron muchos años pero siempre nos acordamos porque nos peleamos mal por eso”.
Otra cosa que recuerda de su niñez y que disfrutaba realizar con sus dos hermanas, era jugar a la casita con diversos objetos que encontraban por la casa. “Yo soy la más grande de las tres, pero nos llevamos solo un año de diferencia así que jugábamos todas a la par. En la mesa del patio, con tapitas, cajitas de fósforos y cajas de zapatos, armábamos una casa y pasábamos la tarde ahí. Las tapitas de desodorante eran mesitas o cacerolas. Jugábamos con el barro y hacíamos ‘tortas’. Era muy divertido”, recuerda Rosa.