La Revolución de Mayo. Lo que Mayo nos dejó (II)

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Para su segundo lanzamiento, Joaquín Sanguinetti (Fac. Derecho) instaurará la temática del poder y la democracia. Sus comienzos -allá por 1810- y su presente, 207 años después.

El 25 de Mayo de 1810 nos ha dejado un diálogo que continúa aun hoy: ¿Dónde reside el poder político? ¿Quién tiene el derecho de gobernar sobre estas tierras? La vieja España nos decía que el rey tenía el poder, pero nada dijo sobre la posibilidad de que faltara, como sucedió en el año 1808: siempre se pensó que habría aspirantes y sucesores a la corona. En 1810 algunos criollos y españoles, como Saavedra, pensaron que el poder debía recaer en “los pueblos”, que es lo mismo que decir, en los territorios que habían pertenecido a la Corona. Otros criollos, como Mariano Moreno, introdujeron una nueva figura, el poder residía en “el pueblo”, es decir, en todos y cada uno de los vecinos de Buenos Aires y del Interior.

La diferencia entre “pueblos” y “pueblo” quizá sea el legado más importante que nos llega hasta el presente, no porque nadie lo haya intentado resolver, sino porque constantemente se actualiza la dicotomía. Este diálogo trata de la representación y la acción directa, sobre cómo expresar de mejor manera mi voluntad y tu voluntad en un gobierno. Trata también de los derechos que deben ser protegidos, si los de la mayoría o de las minorías, que no siempre alcanzan a ser escuchadas en una democracia. Votar quizá sea la síntesis de la participación política, pero lo es también opinar, practicar una religión o realizar proyectos que beneficien a la sociedad.

En definitiva, lo que cumple 207 años este 25 de mayo es el debate de cómo hacer una democracia cada vez mejor, de cómo brindarle al pueblo mayores herramientas para influir en la vida política, sean ellos miembros de una comunidad pequeña o grande, del campo o la ciudad, pertenezcan a un partido político o no. Así lo empezaron a entender en 1810, así lo seguimos entendiendo hoy.