Conocimos La Bombonera

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La pasión por una camiseta y un equipo suele transmitirse de padre a hijo y, claramente, no hay nada más lindo que poder compartir esa sensación y el fanatismo por un mismo club. Maximiliano Furfaro (Fac. Arquitectura), recuerda cómo fue el día que su papá conoció La Bombonera gracias a él.

“Mi papá me hizo de Boca. Los primeros recuerdos que tengo de él son cuando gritaba por toda la casa, y muy fuerte, los goles. Me acuerdo que cuando tenía quince años, más o menos, me llevó a ver un partido por televisión en lo de un amigo. Justo ese día salimos campeones así que nos llevó a una caravana que se hizo por la Rambla de Necochea. Él, en ese momento, tenía un Chevy negro: sacamos una bandera de Boca por la ventana y nos fuimos a la Rambla gritando ‘¡Dale Boca, dale Boca!’. Desde esa caravana empezó mi fanatismo por Boca. Como que, antes de eso, al fútbol no le daba tanta importancia hasta que vi todo el sentimiento que se generaba atrás de eso. Ahí dije ‘¡qué lindo es ser de Boca!”.

Luego de haberse mudado a Capital Federal, Maximiliano tuvo la gran idea de cumplir uno de los mayores sueños de su papá: conocer el Estadio de Boca Juniors. “Mi viejo no conocía la cancha. Siempre fue súper fanático pero nunca había viajado a ver un partido desde la tribuna. Cuando me vine a vivir a Buenos Aires, lo traje a conocer la Bombonera. Fue uno de los mejores y más grandes momentos que viví como hincha. Me acuerdo que íbamos subiendo las escaleras, en el momento en que papá vio la cancha dijo “es hermosa” y en seguida se largó a llorar. Claramente, yo también me emocioné. Eso fue hace como diez años. Decidí llevarlo como para retribuirle un poco todo lo que me transmitió por esos colores”, recuerda Maxi emocionado.