En capítulos anteriores hemos visto nombres raros, como los que se ponen en Uruguay, y también nos hemos ocupado de la toponimia de algunos lugares de los Estados Unidos. En este capítulo hay una combinación de ambos temas. Para ello, tenemos que hablar del fundador de Villa Gesell.
El fundador de Villa Gesell nació en Buenos Aires el 11 de marzo de 1891, en tiempos en que gobernaba el país Carlos Pellegrini. Sus padres fueron Silvio Gesell y Ana Böttger, inmigrantes alemanes, quienes llamaron a su hijo Carlos Idaho Gesell. El nombre tiene su explicación. Un hermano de Silvio, llamado Hermann, había huido de Alemania para evitar el servicio militar. Llegó como inmigrante a los estados Unidos, pero no logró adaptarse y decidió viajar a Buenos Aires, donde se hallaba su hermano Silvio. Tampoco se sintió a gusto en esta ciudad (los Gesell vivían en Paraguay al 3000, más adelante se mudarían a Banfield) y se trasladó a la Patagonia; allí pasó una temporada hasta que resolvió volver a probar suerte en los Estados Unidos. Se instalaría en forma definitiva. ¿Dónde? En el flamante estado de Idaho, al norte del país del norte.
Silvio tampoco estaba conforme con su destino porteño y ambos hermanos comenzaron a planificar un futuro lejos de Buenos Aires. Según lo que hablaron, Hermann partiría primero y Silvio con su familia lo haría después. El día antes de viajar, Hermann cumplía años. Concurrió a la casa de su hermano Silvio, donde le organizaron un sencillo festejo. Tomaron una botella de cerveza y esa noche sellaron el destino del niño que estaba por nacer. Porque todo el tiempo hablaban de Idaho y se divertían brindando y diciendo en inglés: “In God we trust, Idaho or burst” (“En Dios confiamos, Idaho o reventamos”). Hermann los esperaría allá. Una vez que Silvio liquidara su pequeña empresa en productos farmacéuticos, partiría con su familia a los Estados Unidos. Idaho era la esperanza, y eso fue lo que motivó a los padres para que llamaran con ese nombre a la criatura. Lo que explica, en alguna medida, su llanto al nacer. Pero ¿qué quiere decir Idaho?
Para develar este asunto (y con la previa aclaración que Silvio Gesell y familia fueron posponiendo el viaje a Idaho hasta descartarlo), es necesario que nos transportemos a 1860, cuando el Congreso norteamericano encaraba la incorporación de nuevos estados.
George Willing, representante de los mineros establecidos en la región que estaba pronta a oficializarse como estado, viajó a Washintong y sugirió al Congreso la palabra Idaho, arguyendo que era la que utilizaban los nativos del lugar para definir a su tierra. Explicó que la traducción de la palabra Idaho era “la gema en la montaña”. El término comenzó a circular en papeles oficiales, pero en el momento de designar el nombre en forma definitiva, los senadores optaron por Colorado, no porque no le convenciera Idaho, sino porque tenían dudas –y no se equivocaban– acerca de la legítima representatividad de Willing. Colorado era el nombre con el que los españoles habían bautizado al río más importante de la zona.
Parecía que el término Idaho iba a desaparecer de la toponimia estadounidense. Sin embargo, en esos meses se formó un poblado, más al norte de colorado, que comenzó a usar ese mismo nombre. Por fin, en 1890, con el surgimiento de un nuevo estado, se resolvió llamarlo Idaho. Allí fue a parar Hermann Gesell y se compró una chacra.
Lo curioso es que quince años antes, en 1875, se había revelado que Willing habría creado la palabra, inventado el significado, y que se le ocurrió a partir de conocer una familia que tenía una hija pequeña llamada Ida. Por lo tanto el segundo nombre del fundador de Villa Gesell no quiere decir nada.
Fuente: Daniel Balmaceda. Historia de las palabras. Buenos Aires. Sudamericana, 2011.