SALTANDO DESAFÍOS

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María Constanza Martín (Recursos Humanos) es correntina y amante de los animales. Gracias a una amiga conoció la equitación y practicó este deporte hasta que decidió venirse a vivir a Buenos Aires. Ingresá y conocé un poco más de esta apasionante disciplina y de la relación que puede formarse entre el deportista y el animal.

- ¿Cuándo comenzaste a hacer equitación?
- Empecé en el 2006 porque una amiga hacía y me dijo que probara, que estaba bueno y que me iba a gustar porque a mí me gustan mucho los animales. La verdad a mí nunca se me hubiera ocurrido pero fui y me encantó. Desde ese día no dejé de hacer hasta principios de 2016, cuando me vine a vivir a Buenos Aires. Creo que es mi deporte porque hay una conexión muy especial con el caballo. Son animales que se usan mucho para hacer equinoterapia. En el hípico había salto, o sea equitación que es lo que yo hacía, polo y equinoterapia para los chicos que tienen algún tipo de trastorno del desarrollo. La verdad es que se genera una energía muy buena entre el hombre y el caballo. Está demostrado que el animal ayuda al tratamiento y al equilibrio de la enfermedad.

- ¿Qué es lo que más te gustaba de este deporte y tu relación con los caballos?
- Lo que más me gustaba es que generan mucha paz. Te enseñan mucho, todo lo que implica la paciencia. No es lo mismo un caballo que sepa saltar que adiestrarlo. Yo tuve la posibilidad de hacer ambos, y la verdad que enseñarle a que salte determinada altura, es increíble. Es mucha práctica. Tenés que adaptarte a él y él a vos. Es todo un proceso. Pero está muy bueno, la verdad es que te enseña un montón de cosas. Tenés que hacer como un precalentamiento, donde caminás, ambos elongamos y una vez que calentamos los dos, empezamos a trotar. Hasta que después se hace el galope y después los ejercicios de salto con determinadas vallas. Yo empecé bien abajo y llegué a 1.10mts. La verdad es que lleva mucho entrenamiento. No requiere tanta fuerza quizás pero sí destreza y docilidad.

- ¿Y llegaste a competir alguna vez?
- Sí, he competido. Cosa que es todo un tema porque implicaba movilizarse a otras provincias por ejemplo. He ido a Buenos Aires, a Rosario y a algunos otros lugares pero lo que tiene de difícil es el traslado del caballo, además del de la gente que lo cuida y el hecho de conseguir un veterinario por el lugar de la competencia.
 
- ¿Tenés alguna anécdota haciendo equitación para contarnos?
- Sí, me acuerdo que una vez estaba en la caballeriza antes de salir a la pista y el chico que cuidaba mi caballo le dio una palmadita como “arengando” al caballo. Lo que sucede es que algunas razas son bastante susceptibles por lo que no se suele hacer movimientos demasiado bruscos para con el animal. La cuestión fue que con ese movimiento el caballo se asustó y se paró en dos patas. Por suerte logré sostenerme porque si me caigo para atrás y el caballo se me cae encima puede aplastarme, pero cuando volvió a su posición normal salí volando para adelante y me fracturé el coxis. Me acuerdo que justo ese viernes tenía una competencia y me la tuve que perder.

- ¿Y por qué no seguís practicándolo ahora en Buenos Aires?
- Porque acá no tengo mucho tiempo para seguir haciéndolo. Primero porque estoy trabajando acá y cuando salgo estoy cursando un posgrado, por lo que no me queda espacio diario para seguir entrenando. La verdad es que a mí me gusta dedicarle mucho tiempo a las cosas que hago, entonces como no puedo en este caso, prefiero no hacerlo. Hace tiempo que ni miro el ranking ya porque me voy a deprimir.

- ¿Recomendarías el deporte?
- Totalmente. Es un deporte que te deja muchísimo, no solamente a nivel físico y corporal sino también a través de los valores que transmite. En mi caso me dejó la importancia de la constancia, la perseverancia, la confianza en mí y en el otro (en este caso el caballo). Lo único que quizás es medio feo es el nivel de competencia entre los deportistas en los torneos. Es muy grande.