La conexión entre el bebé cuando está en la panza y el mundo exterior es increíble. Muchos dicen que hay que ponerle música, otros que hay que hablarle. Diego Diamanti (Soporte Técnico), cuenta una gran experiencia que vivió entre su hijo recién nacido y su hermanita en la sala de neonatología.
Como todo padre primerizo, Diego disfruta cada momento que tiene con su hijo de tan solo cuatro meses. “Es un bombonazo, es super bueno. Para mí, al ser mi primer hijo, es todo una novedad. Por lo menos en los hombres, no es como las mujeres que te enamorás desde la panza. Es todo un proceso, querés que nazca pero no estás tan involucrado en todo. Cuando nace, ahí te cae la ficha. Estás todo el tiempo atento a cada cosita que hace. Estás como viendo una película constante. Cuando me devuelve un gesto, una sonrisa o me apoya la manito, me derrite. Me puede”.
Nicolás Lucas nació prematuro por cesárea a los ocho meses porque la madre fue diagnosticada con Trombofilia, un problema en la sangre que hace que se generan coágulos y una vez que se ponen en la placenta son 100% abortivos. Sin embargo, con una inyección diaria el embarazo puede ser llevado adelante con total normalidad. “Apenas nació, como era chiquito y no podía respirar muy bien, me lo mostraron, lo limpiaron y automáticamente lo pusieron en la incubadora. La madre no pudo verlo ni tocarlo en esos primeros minutos. Recién cuando estuvo en la incubadora lo pudo ver. Ahí, se lo llevaron a la sala de neonatología”.
La primera vez que Diego pudo acceder a esa sala para ver a Nicolás fue un momento increíble que jamás olvidará. “Cuando fui a visitarlo por primera vez, fui con la hermana. El bebé estaba todo conectado, con oxígeno en la nariz y demás aparatos. En el momento en que Mica le empezó a hablar, Nicolás empezó a moverse y los indicadores del corazón y las pulsaciones se fueron para arriba. Las alarmas empezaron a sonar y enseguida aparecieron todas las enfermeras para ver qué pasaba. Automáticamente Micaela se puso a llorar, porque no entendía nada. Los médicos nos dijeron que esa reacción podía deberse a que reconoció la voz de la hermana. Ella, durante todo el embarazo, le hablaba a la panza preguntándole cómo estaba. Se ve que en ese momento hizo el mismo timbre de voz y él la reconoció. Cuando se lo contamos a la madre no lo podía creer. Es el día de hoy que llega la hermana y nos deja de dar bola. Ella se lleva toda su atención”.