La parte central y fundamental del intercambio giró en torno al rol del Embajador y las funciones que cada uno de los miembros del Comité llevará adelante hasta la próxima reunión presencial en julio de 2016.
"Ya fuimos embajadores antes.
Desde el primer día que venimos
al Encuentro Latinoamericano de
Diseño y cuando volvimos a
nuestras universidades"
Sandra Navarrete (Argentina)
Mihaela Radulescu de Barrio de Mendoza sostuvo que “como en todos los retos, hay que poner una primera meta tangible, que proyecte y difunda nuestro pensamiento”.
Frente a esta punto se abrió el debate, y surgió como una de las principales funciones tomar las ideas importantes y llevarlas a los contextos regionales e institucionales; y Luz del Carmen Vilchis agregó en ese sentido que “un embajador debe sembrar semillas”.
El debate también giró en torno a quién representan como colectivo profesional y académico. Edgard Zambrano Lozano sostuvo “somos Embajadores de la Nación Diseño Latino”, definiendo así un hilo conductor común de intereses y experiencias, y pasando por alto las diferencias de cada región. Lucia Acar aclaró que, desde su perspectiva, la nominación era “un pretexto para pensar el diseño” y reflexionar responsablemente sobre los desafíos futuros.
Se planteó asimismo como prioritaria la conformación de una red o directorio que permita la consolidación como grupo. Así lo sostuvo Carlos Manuel Luna Maldonado cuando recalcó la importancia “de impulsar el fortalecimiento de las redes académicas nacionales”, que procicien el establecimiento de un diálogo positivo y la definición de los objetivos a futuro, así como el impulso a acuerdos entre las universidades y las instituciones de la región abocadas al diseño y la comunicación
Se habló de la importancia de generar un desarrollo epistemológico en la región que permita caminar hacia una validación disciplinar y hacia la consolidación de la profesión. Susana Machicao, en este sentido, resaltó que “necesitamos producir un marco teórico actualizado, sólido y contemporáneo para dejar de enseñar diseño sólo con Murari”. Se recalcó, por otro lado, que este desarrolló contribuiría rápidamente al posicionamiento del Diseño Latino en el campo internacional.
Se propuso también que los Embajadores se transformen en observadores de la realidad, conformando grupos de investigación y experimentación (por países o por temáticas), que establezcan las prioridades periódicas, que se comprometan a la publicación y difusión de los avances en la materia y que busquen elevar los estándares de calidad de la producción.
Asimismo, se planteó la importancia de investigar y realizar una puesta en valor del Patrimonio del Diseño Latinoamericano, entendido como la documentación y la preservación de grabaciones, conferencias, presentaciones, encuentros, documentos, material de trabajo e investigaciones producidas en el campo de la disciplina.
La idea de generar un Manifiesto del Diseño Latino que reúna los principios e intensiones del grupo y que guíe su accionar a futuro, fue asimismo propuesta. En este sentido, Joaquim Redig recalcó la importancia de “construir un futuro compartido”.
Por último, como aspiracional, se habló de convertir el Comité en una Academia del Diseño Latino, con capítulos por países, que defina las prioridades de la disciplina en la región.
La idea de participación, intercambio, generosidad y cooperación sobrevolaron todo el debate. Santiago Aranguis concluyó la importancia de este hito fundacional, ya que “no hay desarrollo sin participación y sin construcción de un sentido compartido”