El proyecto partió de un esquicio de diseño para Muza5K, el evento porteño de pizzerías. Allí Ian descubrió una falencia en la operatividad. El guardapizza original –el cosito, en términos coloquiales–, requiere que el pizzero lo acomode cuidadosamente. Esa acción se traduce en más tiempo para despachar cada pizza. Es por ello que el consumidor final puede encontrarse en varias ocasiones con el guardapizza invertido o mal colocado.
“Considerando esa falencia”– dice Ian Manieri, estudiante de Diseño Industrial IV del profesor Sebastián Aulicio– “propuse facilitar las tareas del pizzero para que no tenga que acomodar el guardapizza. Barajando ideas estéticas, retomé el propósito del evento de Muza5K, el cual es la competencia entre las pizzerías de Av. Corrientes por la mejor pizza. Imaginaba una carrera como de los Autos Locos que me llevó a los clavos miguelitos que usaban para pinchar las ruedas de los competidores. Con esa imagen vi que el clavo miguelito, como caiga, siempre iba a estar en la posición correcta; por eso adopté esa morfología en el producto.”
El diseñador tuvo muy en cuenta al pizzero y a su cliente. “Al pizzero le aporta agilidad. Solo debe tirarlo en la pizza y siempre va a aterrizar en la posición adecuada, evitando el tiempo de acomodarlo. Con respecto a la persona que recibe la pizza, va a reconocer el guardapizza con el preconcepto que acarrea del nombre, cambiando la idea del cosito” por “Miguelito” y la lúdica del mismo.” Y finaliza: “me daba la oportunidad de poder nombrar el diseño de manera icónica y debía ser un nombre pegadizo. Con esa idea, nombrar “Miguelito” al diseño era la opción correcta ya que traslada la idea del tradicional clavo de púas y su lúdica a las pizzas.”