Inspirado en el modelo de tambor “Sundrum”, con doce lenguas de madera que se afina con un sistema de sintonización magnético creado por el diseñador sueco Valter Kinbom, según explica Rocío Linares “en pandemia se observó que los niños y adolescentes ya no podían interactuar entre ellos de la misma manera que antes, es por eso que se vio una oportunidad para ayudar a resolver este problema mediante la creación de un instrumento que les permita tocar música juntos sin importar el lugar en donde estén. Busqué combinar la innovación en la tecnología con la música para ayudar a resolver un problema muy frecuente y actual.”
A Rocío Linares siempre le gustó la música y cuando surgió la consigna del proyecto comenzó a investigar diferentes modelos de instrumentos y su funcionalidad. “Mi motivación en pensar el diseño de este proyecto fue la falta de instrumentos en el mercado que involucren esta la tecnología, que le permita al usuario conectarse con otros y compartir un momento a pesar de la distancia y las circunstancias.”
Para ella, los avances tecnológicos generan un abanico de posibilidades para el diseño industrial y la innovación en el desarrollo de ideas que solucionen muchas necesidades, “la tecnología hoy en día está presente en casi todos los ámbitos de nuestras vidas cotidianas. Es un hecho que llegó para quedarse y, además, nos permite a los diseñadores mejorar la calidad de los procesos y la funcionalidad de los productos.”
Acerca de sus influencias, se basan en necesidades del usuario antes que en productos existentes, priorizando la innovación y la intuición en la utilidad del producto. “Creo que la frase “menos es más” se alinea perfectamente con los objetivos que busco a la hora de diseñar un producto. Pienso que la simplicidad del producto es más eficiente que la carga de elementos pesados visualmente cuando se busca satisfacer un problema concreto del usuario. Mi propósito es llevar la mente del consumidor a la utilidad básica de la pieza.”
Rocío Linares