El AGUA: Un Derecho Humano
En épocas de COVID-19, el Ingeniero Industrial José Manuel Pano, integrante de la Incubadora Nacional CEDEX UP, invita a una reflexión sobre la importancia del agua potable y el saneamiento, reconocido como un derecho humano esencial por la ONU.“No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”. Bertol Brecht
Entre aislamiento e incertidumbre, esta pandemia es además una oportunidad de reflexión. Espacios de recogimiento e intimidad nos invitan a mirar retrospectivamente, hacer balances acerca de acciones, alegrías y frustraciones para con nosotros y para abrirnos a las realidades de otros.
En virtud de la causa de la reclusión, nos preguntamos si no hubiera sido posible evitar esta pandemia. Si como comunidad que habita la Tierra, hemos atendido a las innumerables señales de alerta exteriorizadas por el Planeta en sus más variadas manifestaciones: calentamiento global, desertificación, deforestación, pérdida de la biodiversidad, inundaciones y contaminaciones, entre otros.
En épocas de COVID-19 nos recomiendan e impulsan a lavarnos las manos con agua y jabón, en la obviedad de que ambos están disponibles para todos, máxime considerando que en julio de 2010 la Asamblea General de Naciones Unidas reconoció al derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial.
Sin embargo, alrededor de 2.200 millones de personas (1 de cada 3) en todo el mundo no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura(1) , 4.200 millones (más de la mitad) no cuentan con servicios de saneamiento gestionados de manera segura(2) y 3.000 millones (4 de cada 10) carecen de instalaciones básicas(3)(4).
Desde aquel septiembre de 2015 en el que en oportunidad del 70° Aniversario de Naciones Unidas, 193 países definieron y suscribieron la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para “Transformar nuestro Mundo”, se han celebrado cientos de acuerdo y compromisos, se han escrito documentos, elaborado propuestas y un sinfín de otras buenas intenciones.
En los hechos, hemos ignorado la voz de las minorías dispersas, que sumadas son mayorías, sobre su dificultad de acceso al agua potable, a prestaciones sanitarias, a la salud, la nutrición y la educación. A una vida digna y desarrollo económico en su acepción moderna: garantizar la satisfacción de necesidades básicas.
Al margen de que el agua dulce disponible es menos del 1% del agua del Planeta, las urbanizaciones, las poblaciones y las comunidades dispersas no siempre están asentadas donde el recurso, lo que en definitiva termina agravando y aumenta la heterogeneidad de la relación agua potable/persona, aun sin incluir los diferentes contaminantes contenidos en ellas.
Han pasado ya varias décadas desde que los tecnólogos y las empresas especializadas en tratamiento de agua han desarrollado, perfeccionado y eficientizado tecnologías capaces de desalinizar agua de mar o salobre o de tratar agua que ha sido utilizada para llevarla a condiciones de ser utilizada nuevamente, de reusarla.
Considerando las soluciones que nos ofrecen la Desalinización y el Reuso de agua, no tener AGUA para lavarse las manos frente a una pandemia nos obliga a preguntarnos si no será hora de analizar qué estamos priorizando como civilización, qué mundo estamos dejando a las generaciones venideras.
Sería deseable una profunda revisión de la política y de la sostenibilidad, que dan sentido a una transformación para el cambio de paradigmas de modo tal que los poderes de gobierno dirijan sus planes y nos guíen a los ciudadanos para que juntos trabajemos en garantizar la oportunidad de desarrollo bien entendido. Qué sentido tiene el avance de las tecnologías si no las vamos a aplicar, al menos, allí donde es urgente?
En línea con las investigaciones de Sir Eward Lorenz y la Teoría del Caos, ¿podría en un sistema caótico e impredecible el aleteo de una mariposa causar un huracán? Todos nuestros actos y decisiones están conectados y las posibilidades de interrelación son impredecibles.
En medio de esta crisis, estamos valorando la necesidad de cuidarnos los unos con los otros. Porque somos UNO. Estar atento a la necesidad del otro. Esperemos que una vez que hayamos superado este momento lo podamos transformar en crecimiento y en una mejor sociedad
1-beber agua de fuentes ubicadas in situ, libre de contaminación y disponible cuando sea necesario
2-utilizar inodoros higiénicos cuyos desechos se tratan y eliminan de manera segura
3-tener una fuente de agua potable protegida a menos de 30 minutos del domicilio
4-UNICEF y la Organización Mundial de la Salud18 JUNIO 2019
Autor: José Manuel Pano. Ingeniero Industrial. Lidera el Taller de mentoreo de proyectos de la Incubadora Nacional CEDEX de la Universidad de Palermo. Presidente de Interconsultores SA. Especializado en desarrollo y evaluación de proyectos de inversión público y privada y en políticas públicas de desarrollo económico. Es entrenador certificado CIFAL/UNITAR de los capítulos 2, 3 y 4 para la Certificación ODS Agenda 2030. Se ha especializado en temas de agua vinculados al desarrollo productivo y en áreas de creación de valor para Smart Cities. Representante para Argentina de ALADYR.
Entre aislamiento e incertidumbre, esta pandemia es además una oportunidad de reflexión. Espacios de recogimiento e intimidad nos invitan a mirar retrospectivamente, hacer balances acerca de acciones, alegrías y frustraciones para con nosotros y para abrirnos a las realidades de otros.
En virtud de la causa de la reclusión, nos preguntamos si no hubiera sido posible evitar esta pandemia. Si como comunidad que habita la Tierra, hemos atendido a las innumerables señales de alerta exteriorizadas por el Planeta en sus más variadas manifestaciones: calentamiento global, desertificación, deforestación, pérdida de la biodiversidad, inundaciones y contaminaciones, entre otros.
En épocas de COVID-19 nos recomiendan e impulsan a lavarnos las manos con agua y jabón, en la obviedad de que ambos están disponibles para todos, máxime considerando que en julio de 2010 la Asamblea General de Naciones Unidas reconoció al derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial.
Sin embargo, alrededor de 2.200 millones de personas (1 de cada 3) en todo el mundo no cuentan con servicios de agua potable gestionados de manera segura(1) , 4.200 millones (más de la mitad) no cuentan con servicios de saneamiento gestionados de manera segura(2) y 3.000 millones (4 de cada 10) carecen de instalaciones básicas(3)(4).
Desde aquel septiembre de 2015 en el que en oportunidad del 70° Aniversario de Naciones Unidas, 193 países definieron y suscribieron la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para “Transformar nuestro Mundo”, se han celebrado cientos de acuerdo y compromisos, se han escrito documentos, elaborado propuestas y un sinfín de otras buenas intenciones.
En los hechos, hemos ignorado la voz de las minorías dispersas, que sumadas son mayorías, sobre su dificultad de acceso al agua potable, a prestaciones sanitarias, a la salud, la nutrición y la educación. A una vida digna y desarrollo económico en su acepción moderna: garantizar la satisfacción de necesidades básicas.
Al margen de que el agua dulce disponible es menos del 1% del agua del Planeta, las urbanizaciones, las poblaciones y las comunidades dispersas no siempre están asentadas donde el recurso, lo que en definitiva termina agravando y aumenta la heterogeneidad de la relación agua potable/persona, aun sin incluir los diferentes contaminantes contenidos en ellas.
Han pasado ya varias décadas desde que los tecnólogos y las empresas especializadas en tratamiento de agua han desarrollado, perfeccionado y eficientizado tecnologías capaces de desalinizar agua de mar o salobre o de tratar agua que ha sido utilizada para llevarla a condiciones de ser utilizada nuevamente, de reusarla.
Considerando las soluciones que nos ofrecen la Desalinización y el Reuso de agua, no tener AGUA para lavarse las manos frente a una pandemia nos obliga a preguntarnos si no será hora de analizar qué estamos priorizando como civilización, qué mundo estamos dejando a las generaciones venideras.
Sería deseable una profunda revisión de la política y de la sostenibilidad, que dan sentido a una transformación para el cambio de paradigmas de modo tal que los poderes de gobierno dirijan sus planes y nos guíen a los ciudadanos para que juntos trabajemos en garantizar la oportunidad de desarrollo bien entendido. Qué sentido tiene el avance de las tecnologías si no las vamos a aplicar, al menos, allí donde es urgente?
En línea con las investigaciones de Sir Eward Lorenz y la Teoría del Caos, ¿podría en un sistema caótico e impredecible el aleteo de una mariposa causar un huracán? Todos nuestros actos y decisiones están conectados y las posibilidades de interrelación son impredecibles.
En medio de esta crisis, estamos valorando la necesidad de cuidarnos los unos con los otros. Porque somos UNO. Estar atento a la necesidad del otro. Esperemos que una vez que hayamos superado este momento lo podamos transformar en crecimiento y en una mejor sociedad
1-beber agua de fuentes ubicadas in situ, libre de contaminación y disponible cuando sea necesario
2-utilizar inodoros higiénicos cuyos desechos se tratan y eliminan de manera segura
3-tener una fuente de agua potable protegida a menos de 30 minutos del domicilio
4-UNICEF y la Organización Mundial de la Salud18 JUNIO 2019
Autor: José Manuel Pano. Ingeniero Industrial. Lidera el Taller de mentoreo de proyectos de la Incubadora Nacional CEDEX de la Universidad de Palermo. Presidente de Interconsultores SA. Especializado en desarrollo y evaluación de proyectos de inversión público y privada y en políticas públicas de desarrollo económico. Es entrenador certificado CIFAL/UNITAR de los capítulos 2, 3 y 4 para la Certificación ODS Agenda 2030. Se ha especializado en temas de agua vinculados al desarrollo productivo y en áreas de creación de valor para Smart Cities. Representante para Argentina de ALADYR.