El Ing. Lucas Herrero, profesor UP, creó Litro de Luz Argentina, ganador del Premio Latinoamérica Verde, para ayudar a comunidades vulnerables
El Ingeniero Ambiental Lucas Herrero, director de la carrera Ingeniería Industrial y la Licenciatura en Organización de la Producción UP, junto a un equipo de profesionales y diferentes organizaciones llevó a cabo el proyecto Litro de Luz Argentina, que tiene como finalidad proporcionar luz solar exequible y sostenible a lugares de difícil acceso, beneficiando a comunidades carentes de energía eléctrica. Su emprendimiento fue galardonado en 2019 en la categoría Ciudades Sostenibles del reconocido Premio Latinoamérica Verde, en Guayaquil, Ecuador. El jurado también lo destacó como una de las mejores iniciativas que están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. “Después de muchos años, pudimos traer este premio de nuevo para Argentina, y con un proyecto de energía y sanidad que trabaja para las comunidades vulnerables y barrios de emergencia”, señaló Herrero. Hoy Litro de Luz Argentina logró expandirse por el país llevando luminaria, talleres y enfermería comunitaria a los barrios más carenciados. Con una amplia trayectoria corporativa y actualmente al frente de su empresa Vadeka Servicios, el Ingeniero comparte no solo sus conocimientos y experiencias para seguir avanzando en esta iniciativa solidaria sino que además contagia su pasión y “el espíritu emprendedor de la sustentabilidad”.
¿De qué trata el proyecto Litro de Luz Argentina y cómo surge la idea?
Para conocer la historia de Litro de Luz Argentina primero hay que contar que este proyecto nace al mismo tiempo en Brasil y en Filipinas, con la idea de proporcionar luz, por medio de la refracción con una botella, para llevar iluminación adentro de los hogares humildes. Tanto en la Favela como en los barrios carenciados de Filipinas, las casitas están una al lado de otra y no tienen ventanas. Esto luego fue mutando y se trasformó en ciudades fotovoltaicas. En la Argentina, la idea me llegó por medio de unas periodistas que, al conocer el proyecto original, buscaron contactarse con un ingeniero. Por medio de un alumno, ellas me contactaron y comenzamos a trabajar juntos. Nosotros no solo proporcionamos luz a comunidades vulnerables que no cuentan con energía eléctrica sino que también abarcamos el tema salud y damos talleres a dónde vamos. Son las tres patas importantes que hoy hacen al proyecto de Litro de Luz Argentina.
¿Cómo trabajan esos tres puntos importantes que definen a Litro de Luz Argentina?
En los barrios adónde vamos, además de hacer luminarias con los elementos reciclados, brindamos talleres para enseñar a sus habitantes a hacerlas por su cuenta o repararlas. Paralelamente, formamos un equipo de enfermería comunitaria. Hay algunos lugares que no cuentan con hospitales cercanos. Nosotros, junto a enfermeros, abordamos temas de alimentación saludable, hábitos de consumo, la importancia de tomar más agua o lavarse las manos. Todo este conjunto hoy representa Litro de Luz Argentina.
¿Cómo se fueron organizando para desarrollarlo y quienes están detrás del proyecto?
Siempre tuve una idea en mi cabeza: hacer una ONG de base tecnológica que ayude a las demás. Hoy el equipo está conformado por distintas ONGs; por chicos que son del área de la tecnología, que saben de energía solar y llevan a cabo todo el desarrollo de la luminaria en los distintos lugares; por una encargada del área de enfermería comunitaria, así como varias empresas asociadas que les vendemos nuestros programas de responsabilidad social empresaria. De ahí salen los fondos. También, como soy docente, me involucro con los grupos de investigación de la universidad para seguir desarrollando esto.
¿Con qué elementos hacen la luminaria sustentable?
La luminaria se basa en un caño de desagüe 110 milímetros de diámetro y 2 metros de altura. La parte tecnológica de la luminaria es un panel solar de 15 watt y usamos una batería de moto. También hay 3 elementos que tienen que ver con la energía solar: controlador de carga, fotocélula y todo el cablerío. Al final, es la luminaria de 12 voltios con botellas, aunque se puede hacer sin ella también, pero lo cierto es que cumplen una función importante: es materia prima útil para estas cosas porque protege a la luminaria, incluso de los robos. Así, de cada luminaria, sale un cable que da luz al interior de las casas.
¿Qué desafíos encontraron para abordar este proyecto?
El principal desafío que tenemos siempre es tener la sustentabilidad financiera y económica para poder seguir haciendo cosas. Desde el comienzo, todo el dinero que entró al proyecto, esto es el ciento por ciento, fue para iniciativas que se desprenden del mismo. Es decir, todo el dinero de Litro de Luz va a estar en la logística, en las lámparas, los jabones antibacteriales para los chicos que hacemos con glicerina y que, además como nota de color, llevan un juguete dentro para incentivar a los niños a lavarse las manos. Después, como nosotros tenemos tres patas importantes: la iluminaria, el área salud y los talleres, el mantener que todo eso funcione, es lo primordial. Por último, el tema del voluntariado con el que trabajamos, que fue muy importante porque al asociarnos con otras ONGs juntamos todos los proyectos y con esa sinergia empezamos a trabajar en conjunto.
¿Cómo vivieron el reconocimiento con el máximo galardón en la categoría Ciudades Sostenibles de los Premios Latinoamérica Verde?
No lo esperábamos. Para nosotros haber sido finalistas ya era algo muy bueno. Había muchos proyectos inmensos. Lo bueno fue que los tres finalistas de la categoría Ciudades Sostenibles éramos de Argentina. No nos conocíamos, hoy somos amigos. Después, todo lo que nos pasó allí y cuando vinimos fue increíble. Nos hicieron notas de diferentes medios e incluso recientemente hicieron un documental sobre la historia de Litro de Luz Argentina de la televisión alemana. Ese día también nos nombran como uno de los proyectos que más tiene alcance en los ODS. Nosotros tomamos esos indicadores como pilar y empezamos a trabajar fuerte en el tema. Hoy somos parte de una gran red que hace este trabajo y es por eso que Litro de Luz está en casi todo el país.
¿Por qué pensás que eligieron tu proyecto?
Creo que dejamos ver que sin salud y energía no hay una ciudad sostenible. Pienso que lo eligieron porque esta iniciativa que llevamos adelante cruza al mismo tiempo la salud, la energía y la igualdad de oportunidades ya que al brindar talleres en las comunidades les enseñamos otro oficio. Siempre seguimos en contacto porque nosotros además del trabajo, lo que hacemos es acompañarlos, vemos qué necesitan y en qué podemos ayudarlos. Los habitantes de las comunidades tienen vidas muy duras, con historias muy difíciles.
¿Con qué comunidades trabajan?
Tenemos la base en Buenos Aires y al asociarnos con otras ONGs que son de territorio, hacemos un proyecto tecnológico con presencia en diferentes lugares del país: Gran Buenos Aires, en barrios como La Matanza, en Rosario, en Córdoba, barrios como Los Artesanos. Ahora estamos tratando de llevarlo al norte, aunque trabajamos en Salta con Jorge, un maestro rural. Por último, estamos ayudando a Litro de Luz en Perú, Venezuela y Ecuador. A nosotros nos ayudaron en un comienzo y esto es una gran cadena.
¿Tenés algunas recomendaciones para emprendedores sustentables?
Sí, tengo ciertas reglas para compartirles a los emprendedores sustentables: lo primero que sepan que tienen que avanzar siempre. Es decir, tenés que hacer y hacer, siempre. El camino se te va a correr, se va a romper y tal vez no vas a llegar a la meta que vos tenías planeada, pero aun así, tenés que avanzar. Segundo, hay que esquivar a los francotiradores de ideas. Tercero, tenés que hacer alianzas porque son lo principal. No se puede trabajar solo, hay que ir armando alianzas que pueden ser colaborativas para que crezcan juntos o estratégicas para que te ayuden a pensar. Eso es vital. Cuarto, hay que hablar el lenguaje del cliente, no el tuyo. Y por último, algo muy importante, hay que perseguir causas no dinero. Si tu producto depende del precio tenés que reinventarlo porque lo primero que vas a recortar es la sustentabilidad. Tenés que pensar si querés que tu negocio vaya por el precio o la calidad porque detrás de la calidad hay una causa.
¿Qué consejos les das a tus alumnos para encarar proyectos sustentables?
La clave es tener constancia para llevar las ideas adelante. Soy profesor de dos materias en UP: Introducción a la Ingeniería y Sistema de la representación. Lo primero que a mis alumnos les cuento es que la Ingeniería es sustentabilidad. Ya desde el primer día de clases, les demuestro como cualquier cosa que hagas puede ser sustentable si lo modificás un poco. No existen proyectos que no lo sean si hay ganas. Siempre creo que hay que saber que vas a errar y mucho para hacer el negocio que querés, pero si hay ganas, disciplina y constancia se está por el camino correcto.
¿Cómo te gustaría ver a Litro de Luz en el futuro?
Primero, me gustaría que todo el equipo y las comunidades con las que trabajamos sigan realizando este proyecto a futuro. No hay nada más lindo que estar tranquilo de que pudiste dejar algo de habilidades, capacidades y conocimientos para que se puedan seguir haciendo las cosas que benefician tanto a los demás. De todos modos, no sé qué tipo de mundo nos va a dejar el COVID19, pero lo que realmente deseo es que todos los que trabajan o están involucrados con Litro de Luz sigan sintiéndose con ganas de llevarlo adelante y de hacer más cosas. Me gustaría que sigamos creciendo en lo que haga falta y que las ONGs que trabajan con nosotros también crezcan. Lo que nos interesa es que el espíritu emprendedor de la sustentabilidad siga creciendo.
Para conocer Litro de Luz Argentina visitar: www.proyectoluz.org