09/05/19
Las ‘fake’
Ayer, conferencia en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, con estudiantes de política y periodismo. Me acompañó el catedrático Pablo Mendelevich, director de la carrera de Periodismo, e implacable analista de la realidad argentina.
Ayer, conferencia en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires, con estudiantes de política y periodismo. Me acompañó el catedrático Pablo Mendelevich, director de la carrera de Periodismo, e implacable analista de la realidad argentina. El tema, la información en los tiempos de las redes sociales y, con ellas, el deterioro del periodismo de profundidad, en favor de la inmediatez. En el telón de fondo, las fábricas de bots que construyen edificios de mentiras para imponer relatos ficticios, modificar perspectivas o influir en contiendas electorales. Las fake news, como nuevo fenómeno de la información, nacido al albur de la existencia de internet.
Sin embargo, ¿fenómeno nuevo o eterna fabricación planificada de la mentira como instrumento de poder? Sin duda, lo segundo, no en vano no hubo una industria de la mentira más efectiva que la que edificó Goebbels, capaz de justificar una ingente industria de muerte. Sin duda, el antisemitismo –desde el deicismo cristiano hasta Los protocolos de los sabios de Sión, pasando por el nazismo– es la madre de todas las fake news, mastermind de la cultura de odio que persiguió, cazó y mató a millones de judíos a lo largo de los siglos. Con igual precisión han funcionado otros grandes estigmas, como la homofobia, el racismo o la misoginia, todos ellos basados en complejas capas de falsedades que se han propagado con gran inteligencia estratégica. No hay duda de que las fake news sostuvieron, en el pasado, todas las grandes ideologías totalitarias, desde Hitler o Mussolini hasta Stalin.
La única diferencia con la actualidad, y es la gran diferencia, es el poder de inmediatez que tiene el mundo de las redes, capaz de convertir una falsedad en un fenómeno viral de gran eficacia. Todos los que tenemos alguna influencia pública conocemos las fake en carne propia, no en vano nos adjudican mentiras permanentes, de las que difícilmente podemos substraernos. Lo peor es la capacidad de seducción que tiene una información viral, que acostumbra a digerirse sin deglutir, ni pensar, ni poner en duda su veracidad. Hoy por hoy, es más fácil que la gente crea en una mentira en Twitter que en una verdad en su periódico de siempre. De ahí que los grandes factores de poder, desde los políticos hasta los económicos, hayan descubierto la capacidad de influencia de la falsedad en red.
¿Cómo encontrar la verdad, el único objetivo del periodismo, como asegura Mendelevich en la charla? Objetivo inalcanzable, le respondo, no en vano esto de la verdad es un concepto abstracto que esconde muchas verdades. Pero si la verdad es difícil de dirimir, como mínimo cabe luchar para escapar de la construcción deliberada de la mentira, cuya naturaleza debería ser más detectable. Quizás sólo se trata de recuperar el sentido crítico de cada cual. Dejar de ser consumidores de información y pasar a ser actores del pensamiento.
Nota publicada en La Vanguardia, España el 09/05/2019. Columna de opinión: Pilar Rahola.
Foto: Universidad de Palermo.